lunes, 22 de mayo de 2017

Saldar una vieja deuda



 Cuando soy participe de una conversación referente a la educación de los hijos siempre menciono el sentimiento de estar en deuda con mi hija, los tres primeros años de su vida, ejerciendo mi papel creo que correctamente, no fui consciente de hacerlo como padre, con esta entrada al blog no pretendo ser reiterativo pues ya escribí una sobre ello, aunque no descarto ir repitiendo entradas, pues como a Serrat las musas van pasando de mí, con la salvedad que a él lo hicieron un día y las mías llevan una larga temporada de vacaciones pagadas en algún recóndito rincón de mi cerebro, esta entrada va de vida y segundas oportunidades, pero no de las segundas oportunidades que te da la vida, sino de la vida que te da una segunda oportunidad. 

Hace unos días mi hija me brindó la posibilidad de saldar mi deuda, de resarcir mi error, la oportunidad de cerrar el círculo y quedar en paz conmigo mismo.

Cosita pequeña y linda, que vienes a iluminar nuestras azarosas vidas, el abuelo estará para acompañarte en la parte de tu crecimiento que me corresponda, para hacerte reír cuando estés triste, para alegrarme de tus éxitos y aconsejarte en tus fracasos, para maleducarte como corresponde a un abuelo, con pequeñas cosas eso sí, que te quiero grande como tus padres y tus tíos, quiero sentirme orgulloso y que una lágrima furtiva se escape por la comisura de mis ojos cuando oiga a alguien hablar bien de ti, como me pasa con ellos, cosita pequeña y linda que yaces  en el vientre de tu madre, mi hija, ven sin miedo a este mundo, porque tu abuelo, esta vez sí, estará preparado.

Spring is coming.

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