lunes, 23 de noviembre de 2015

El descanso del guerrero

Ya ha pasado un día!

Me encontraba bien, muy bien, con fuerzas y ánimos para bajar de la hora, entonces sonó el disparo de inicio, y pensé buenooooª

Los primeros doscientos metros fueron bien, o eso creía yo hasta que me adelanto un señor de unos ochenta años con un taca-taca, ahí ví claro que bajar de la hora igual era pretencioso, menos mal que cada cierta distancía había una pareja de la cruz roja, muy amables, cuando me veían llegar se levantaban para darme ánimos, idea que me duro poco, a la tercera pareja me dí cuenta que al mismo tiempo que se levantaban hechaban mano del desfibrilador.

Cuando peor estaba ví a lo lejos la solución, una pareja empujaba un carrito con un bebe, el plan era sencillo, me acercaba, entablaba conversación con ellos y a los pocos metros me sentaba con el bebe, y el plan habría funcionado de no ser por un pequeño detalle, ibamos por el kilómetro cinco, y yo hacía cuatro kilómetros y medio que me había puesto en modo supervivencia, el aire que entraba iba directamente a los pulmones, lo único que pude hacer fué mirar de soslayo el carro y verter una lagrimita.

Bordeando el parque de la Ciutadella giramos a la derecha, al fondo se veía el monumento a Colón, con su dedo apuntando al cielo, siempre había creido que la dirección en la que apuntaba el dedo era la de América, leyenda urbana creada por los organizadores de la Jean Bouin, en realidad indica que a partir de ese punto la carrera es en subida, tres kilómetros, especialmente el último, puesto ahí con insidia, hubo tres momentos en los que quise dejar de correr, pero las piernas no quisieron, al final crucé la meta y lloré, una pareja que entraba en ese momento comentó,
.-Que momento, llora de la emoción.
que emoción ni leches, que me acaban de pisar el juanete.

Winter es coming

No hay comentarios:

Publicar un comentario