viernes, 31 de mayo de 2019

Segundo día Pilates

Segundo día de Pilates,
Entro en la sala como si fuera el primer día de rebajas hacía el armario de las pelotas blandiendo una cinta métrica, esta vez no me pillan con la más gorda pienso mientras una sonrisa de medio lado adorna mi cara, cuando me giro veo que nadie tiene intención de coger la pelota, la media sonrisa se desvanece.
A la hora señalada aparece por la puerta una monitora que me pregunta con acento argentino “para que queres la pelota?” la primera intención es decirle que para hacer una pachanga allí mismo, pero con ello quedaría demostrado que soy gilipollas, así que opto por callar y mantener el misterio, nos hace coger un cilindro de aproximadamente un metro de largo y 20 cm de diámetro, yo con un mosqueo, como me lo tenga que poner entre las piernas  espero que no sea de largo que los 20 cm aún llego pero como sea el metro me levanto y me voy, pero no entre las piernas me parece que fue el único sitio donde no estuvo el cilindro, un ejercicio consistía en tumbarse sobre el cilindro, que esta debió ir al mismo colegio que el del otro día porque las matemáticas no las dominaba, ancho de espalda por diámetro del cilindro dan sin lugar a dudas una postura incomoda de narices, y la tía va y suelta “muy bien, ahora que estamos relajados” rela qué? “vamos a levantar un pie y el brazo contrario” mira señorita yo estoy por levantarme del todo y olvidarme del Pilates del cilindro y de haberte conocido, pero era el único hombre de la sala y pretendía mantener alto el pabellón, bueno, eso y que tenía al lado al sargento Arensivia, la que viene siendo mi esposa, y que no me atreví vaya! Porque a estas alturas de la película el pabellón está más tiempo mirando si llega el metro a su parada que henchido de orgullo.
Después de tres cuartos de hora de intentar llevarme bien con el cilindro, cosa que no conseguí la monitora da por acabada la clase, la gente se levanta y aplaude, yo doy saltos de alegría, mentalmente porque el cuerpo no responde a las órdenes del cerebro.
Mientras me dirijo a casa haciendo la mejor imitación de Robocop que se ha visto en los últimos tiempos le digo a Joana, te quieres creer que he echado de menos la pelota.

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