sábado, 7 de noviembre de 2015

Fisioterapia



Empecé a ir al fisio por recomendación del médico, también lo había leído, no quería, no me gusta que me manoseen, pero si me iba a hacer bien tenía que probarlo. 

Lo primero que hace es dejarte en calzoncillos, que te preguntas, lo de tomarse unas copas y hablar donde a quedado?

 Porque uno vestido da el pego, pero en calzoncillos, como que no tienes sito donde guardar tu orgullo, 

Recuerdo el primer día, me dijo que por ser la primera sería una sesión suave, a la media hora ya le había dado la combinación de la caja fuerte y las llaves del coche, y hubiera puesto por escrito que yo mismo hundí el Titanic.

El fisio, es una persona con la que, aunque no la conozcas es fácil abrirse, especialmente el mío, que parece un armario ropero con las puertas abiertas, y tiene los brazos como las torres de Hércules, te coge un tobillo con una y el otro con la de al lado, y te abres, no te queda otra, te abre proporcionalmente a tu capacidad de acordarte de sus generaciones anteriores, empiezas por sus padres, después sus abuelos, el otro día llegamos al “siglo de oro”, salí con la firme convicción de que no volvería a juntar las piernas, parecía una escultura de Picasso. 

El caso es, que a pesar de todo, he de reconocer que he mejorado mucho, tanto a nivel físico como mental, o eso, o esta empezando a gustarme que me zurren.

Winter is Coming.

PD: Entrada dedicada a Sergio, mi fisioterapeuta.

1 comentario: