Por aquel entonces ella ejercía de hija de mi jefe, no es
que haya dejado de serlo pero él, mi exjefe dejo de ejercer como padre cuando cumplió
su promesa, dijo que quería vivir cien años y un mes después de hacerlos, tiempo
que se tomo para que no hubiera dudas de su hazaña se fue con sus cien años y
un mes de vivencias donde quieran que vayan las personas buenas, si no estamos
engañados y al final vamos todos al mismo sitio.
Pero volvamos al pasado, no sé y creo que ya nunca
averiguare como pude estar casi seis años con ella, pero fue la primera a la
que podía llamar novia de verdad, tanto que íbamos a casarnos cuando acabara el
servicio militar, popularmente mili, teníamos piso, en realidad del padre pero ya nos servía, iba a menudo por la
tienda e hizo amistad con la que por aquel entonces trabajaba de dependienta
pero su verdadera ocupación en realidad era ser la Celestina, aunque cuando me di
cuenta ya era demasiado tarde y me encontré sin quererlo ni pedirlo comiendo
con mis jefes en su casa, su madre no me quería para su hija, no me consideraba
apropiado, un simple aprendiz que se quiere casar con su hija braguetazo
seguro, pero ahí seguí yo día si día también en casa de mis jefes, que no es
que me cayeran mal pero coño, me pasaba todo el día trabajando para él,
recibiendo sus ordenes y cuando colgaba el delantal las ordenes me las daba su hija, a ver Javi, párate
un momento a pensar, haz una retrospectiva de tu vida a ver en qué carajo de
momento la cagaste, pero me quede con las ganas de averiguarlo casi seis
años, al cabo de los cuales me llamaron
para hacer la mili, que hice en las COEs, en algún momento comprendido entre
que me dieron el petate y comprendí que no iba a ser tan divertido como me habían
explicado y el día que me dieron la cartilla militar donde en el apartado valor
ponen un lacónico “se le supone” que pensé yo para mi, si te explico mis
últimos seis años no borras la frase, arrancas la hoja, pues eso en ese espacio
de tiempo me regaló una hermosa cornamenta que ingenuo de mi pensé que era para
colgar en el comedor, pero no, en la separación se quedo con el comedor y el
resto de la casa, y en el “reparto” a mí me tocó el sofá que ni lo había
escogido ni me gustaba, incomodo no un potro de tortura es lo que era, pero lo
recuerdo con alegría porque aquel sofá vino con dos regalos, uno la separación
de aquella chica, el otro, que alguien pensó que yo estaba mal y me presentó a
la que supe desde el primer momento que pasaría con ella el resto de mis días,
aunque ella tenía otros planes.
Winter is Coming
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