miércoles, 19 de junio de 2019

A la tercera no fue la vencida (menos mal)


Por aquel entonces ella ejercía de hija de mi jefe, no es que haya dejado de serlo pero él, mi exjefe dejo de ejercer como padre cuando cumplió su promesa, dijo que quería vivir cien años y un mes después de hacerlos, tiempo que se tomo para que no hubiera dudas de su hazaña se fue con sus cien años y un mes de vivencias donde quieran que vayan las personas buenas, si no estamos engañados y al final vamos todos al mismo sitio.

Pero volvamos al pasado, no sé y creo que ya nunca averiguare como pude estar casi seis años con ella, pero fue la primera a la que podía llamar novia de verdad, tanto que íbamos a casarnos cuando acabara el servicio militar, popularmente mili, teníamos piso, en realidad del padre  pero ya nos servía, iba a menudo por la tienda e hizo amistad con la que por aquel entonces trabajaba de dependienta pero su verdadera ocupación en realidad era ser la Celestina, aunque cuando me di cuenta ya era demasiado tarde y me encontré sin quererlo ni pedirlo comiendo con mis jefes en su casa, su madre no me quería para su hija, no me consideraba apropiado, un simple aprendiz que se quiere casar con su hija braguetazo seguro, pero ahí seguí yo día si día también en casa de mis jefes, que no es que me cayeran mal pero coño, me pasaba todo el día trabajando para él, recibiendo sus ordenes y cuando colgaba el delantal  las ordenes me las daba su hija, a ver Javi, párate un momento a pensar, haz una retrospectiva de tu vida a ver en qué carajo de momento la cagaste, pero me quede con las ganas de averiguarlo casi seis años,  al cabo de los cuales me llamaron para hacer la mili, que hice en las COEs, en algún momento comprendido entre que me dieron el petate y comprendí que no iba a ser tan divertido como me habían explicado y el día que me dieron la cartilla militar donde en el apartado valor ponen un lacónico “se le supone” que pensé yo para mi, si te explico mis últimos seis años no borras la frase, arrancas la hoja, pues eso en ese espacio de tiempo me regaló una hermosa cornamenta que ingenuo de mi pensé que era para colgar en el comedor, pero no, en la separación se quedo con el comedor y el resto de la casa, y en el “reparto” a mí me tocó el sofá que ni lo había escogido ni me gustaba, incomodo no un potro de tortura es lo que era, pero lo recuerdo con alegría porque aquel sofá vino con dos regalos, uno la separación de aquella chica, el otro, que alguien pensó que yo estaba mal y me presentó a la que supe desde el primer momento que pasaría con ella el resto de mis días, aunque ella tenía otros planes.

Winter is Coming

No hay comentarios:

Publicar un comentario